domingo, 30 de diciembre de 2012

Sobre la Historia

La Historia jamás ha sido imparcial, ésto es algo que deberíamos tener claro todos.
La Historia normalmente la escriben los que ganan, y obviamente los cronistas de las diferentes épocas, lo mismo que los periodistas de ahora, trataban de tener contento al Rey, que en aquella época es lo que vendría a ser el presidente del grupo editorial para el que se trabaja.
Los hechos se magnifican para mayor gloria del vencedor, y otros se minimizan o se exageran crueldades para mayor vergüenza del derrotado u opositor.
Las interpretaciones o extractos de la Historia que se hacen actualmente para justificar, ya sea la unidad de un territorio, o la voluntad de separarse de otro, son interesadas. Se podría decir que los historiadores de uno y otro lado, más que historiadores o investigadores de una realidad pasada, son más bien un equipo de ingenieros y zapadores, dedicados a cavar zanjas y canales para llevar el agua a su molino, sin importarles en absoluto el cortar, cercenar o sesgar determinados hechos. Para ellos y quien les paga, todo vale con tal de demostrar que la Historia les da la razón. No importa elevar a la categoría de hecho crucial e importantísimo algo que en los días de hoy ni siquiera merecería un breve en ningún periódico, da igual, va en favor de lo que quiero decir, y debe ser tomado como dogma de fe para demostrar que los otros son muy malos y mentirosos.
Se verá que he escrito la palabra Historia con mayúscula, y para mí, así es es algo mayúsculo, pero viendo lo que estoy viendo y leyendo estos días, me temo que tendría que usar un tipo de letra que casi lo haría invisible a los ojos.
De todas maneras, va bien beber de fuentes divergentes a la hora de informarse, y por supuesto, nunca tratar como un hecho una opinión, y saber que no por martillear más o gritar mucho se tiene razón.

lunes, 12 de marzo de 2012

12-3-2012



Hace mucho que no escribo, pero hoy me apetece.



Se ha muerto la tí Paula, mi vecina.



Éramos familia, ahora mismo no recuerdo el grado, pero tampoco es difícil ser familia en un pueblo que creo que nunca ha pasado de 500 habitantes.



La recuerdo jugando a la brisca en la puerta de casa con mi abuela, la Faustina, la tia Concha y otras vecinas, mientras yo me pelaba las rodillas jugando al guá o acudía a por un torto para merendar.



Y recuerdo también la mañana en que acudieron unos folkloristas a grabar a mi abuelo y a la tia Paula mientras bailaban el Milano en el portal de casa.



Me pregunto qué se habrá hecho de aquella grabación, lamentablemente entonces no había vídeo, pero me gustaría oirlo otra vez, y recordar a mi abuelo revoloteando como un milano.



Sólo tengo esta foto, y porque la he tomado del obituario de la tía Paula.

Sí, se ve un botijo, seguramente con agua de la Fuentezuela, lo mejor para la sed mañanera.