Desde
que el mundo es mundo el ser humano ha soñado con alcanzar la inmortalidad.
Son
infinidades de novelas, leyendas, mitos y películas los escritos para reflejar
ese anhelo.
Desde
el mito de Fausto a la película Highlander (Los Inmortales aquí), pasando por
la novela “El Ocho” y “El Retrato de Dorian Gray” y la Fuente de la Eterna Juventud, siempre, se especulaba con
la posibilidad de alcanzar la vida eterna. Y no olvidemos Drácula.
Y
luego, ya que no se podía alcanzar físicamente, llegaron las religiones para
asegurarnos que nuestro cuerpo no, pero nuestra alma es inmortal, y que irá a parar
a un bello lugar si seguimos los preceptos que nos marcan.
Claro
que por otro lado, todas las religiones
condenan al infierno a los no creyentes, así que como todos somos no creyentes
de una u otra religión, pues está claro dónde vamos a ir a parar.
Imaginaros
por un momento que sois inmortales, que, yo qué sé, os habéis comido un tomate
que ha estado expuesto a cualquier cosa, y alcanzáis la inmortalidad.
Molaría,
eh?
Señor
del banco, vengo a que me dé una hipoteca, ¿que a cuanto la ponemos? Pues no
sé, ¿doscientos años le parece bien? Pues venga, cuotas de dos euros al mes que
yo las iré pagando para que su requetetataranieto la acabe de cobrar.
Visitar
esos lugares que uno siempre ha querido conocer, y que como no hay prisa te
puedes permitir el lujo d ir andando, Alaska, Alice Springs, Samarkanda!!!..
Intentar
ligar con cualquier tía por buena que esté, tiempo para insistir nos va a
sobrar, así que aunque sea por pesado va a acabar cayendo. Bueno, aquí no le
veo la ventaja, porque claro, si la Heidi Klum (un poné) se me resiste, yo puedo
darle la brasa, dorarle la píldora todo lo que haga falta, pero… ¿me seguirá
molando la Klum cuando ella tenga 70 años? Si yo fuera un Dinio o un Alfonso
Díez cualquiera, no habría problema, te enrollas con la abuela y tan contento,
pero no es el caso; que yo seguiré como siempre (según mi madre y mi abuela, “guapismo
del tó”).
Y
claro, con ir guardando trastos, te acabas convirtiendo en anticuario, cuestión
de esperar, y el botijo que anda por casa y no sabes por qué sigue apareciendo,
resulta que acaba siendo una pieza arqueológica.
Todo
esto está muy bien, pero, y siempre hay un pero:
¿Qué
pasará el día que hayas hecho todas esas cosas que ahora te gustaría hacer?
Cuando
ya estés harto de ver las Mezquitas e Samarkanda, de ir en trineo por Alaska o
patearte el “outback” australiano… ¿entonces qué?. Más proyectos, más cosas,
pero es que te los acabarás, que la eternidad es muy larga y no se para.
Como
dijo Borges “¿De qué otra forma se puede
amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original sería que alguien lo
amenace a uno con la inmortalidad”
A
lo que yo me permito añadir, en plan maldición gitana “que te amenacen con tu
inmortalidad, y con la de tu suegra”
La música, obvio: Queen “Who
wants to live forever”