lunes, 18 de febrero de 2013

La Iliada o historia de un chasco momentáneo

Mi propósito para el año 2012 me lo puse en teoría facilito: Leerme La Iliada
En teoría, porque lo terminé la semana pasada.
Se estuvo meses en la puerta del coche esperando que lo cogiera, y cuando lo cogía, me resultaba difícil aguantar más de tres días leyendo. Demasiado farragoso, y a veces iba totalmente perdido con los personajes, que a veces los citaban por su nombre, otras por el del padre y otras mencionaban todo el linaje, por no hablar de las comparaciones.
Como cuando desde el Ponto se les aparee a unos marineros el destello de un incandescente fuego que arde sobre un monte en un solitario establo; y contra su voluntad los vendavales los arrastran lejos de los suyos sobre el mar, rico en peces; así llegaba al éter el resplandor del escudo de Aquiles, bello, primoroso.”
Casi nada.
Lo curioso es que compré el libro en un kiosko, porque empezaba una colección de clásicos de la literatura, y claro, hacerse con un ejemplar de La Iliada en tapa dura por tres euros era algo demasiado tentador como para dejarlo escapar.
Ovbiamente más o menos la historia de la Guerra de Troya nos es a todos conocida. El juicio de Paris (Alejandro a ratos), la valentía de Héctor, lo irascible del carácter de Aquiles, etc etc.
Pues bien, con esta idea preconcebida en base a lo que conocía, esperaba un relato épico acorde. Y la verdad, el libro tiene momento en que no puedes dejar de leer, te sumerge en el fragor de la batalla, casi puedes estar en medio de las diferentes asambleas tanto de griegos como de troyanos.
Un buen día, llego al canto XXIV, donde Príamo va a suplicarle y a pagar un rescate a Aquiles para que le devuelva el cuerpo de su hijo Héctor, éste lo acepta, Héctor es enterrado en Troya… y el libro se acaba.
¿Dónde está la historia del caballo urdida por Ulises que supuso la ruina de la cuidad?
¿Dónde se relata la muerte de Aquiles por un tiro de flecha de Paris?
¿Y la huida de Anquises y Eneas que dio origen a La Eneida?
Pensé que me habían tomado el pelo,  que en realidad eran dos tomos, o que una edición tan barata estaba incompleta.
Pues no, estaba bien.
Aquella misma tarde al llegar a casa me puse a buscar por la red y averigüé que la historia del caballo aparece en la Odisea de refilón y en otras leyendas de la época, lo mismo que la muerte de Aquiles o la huida de Eneas.
Así que saqué la conclusión de que la próxima vez que me vuelva a leer  un clásico, lo primero que tengo que hacer es olvidar todo lo leído u oído anteriormente, ya sea sobre el libro en sí o sobre el autor.
Seguro que lo disfruto más y no me deja esa desazón al acabarlo.





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