Ayer, harto de dar vueltas para nada, vi un hueco en la
parada de la Rambla a la altura de la Plaça Reial y decidí parar. Total,
puestos a no ingresar, por lo menos no gastar.
Vi con sorpresa a Lluis Permanyer, cronista de Barcelona, y
un hombre al que sigo con frecuencia en la Vanguardia y en Ràdio Barcelona,
porque siempre cuenta algo interesante sobre la historia de la ciudad.
Ni corto ni perezoso, con la educación y buenas maneras que
me caracterizan, me acerqué a él para preguntarle una curiosidad que yo tenía
sobre la ventana que muestro en la foto, que se haya en la Rambla, encima de “El
Café de la Ópera” y es compartida por dos edificios.
Bien, pues hablando hablando, me dice que ahora mismo no
cae, pero que lo mirará y lo investigará, y me pide si puedo llevarle a él y a
Oriol Bohigas (otro peso pesado de la cultura) al salón Construmat, y cómo no,
allí me quedo dejando pasar el turno de la parada mientras el señor Bohigas
llegaba.
Una vez todos, se suben a mi taxi, y a la feria que vamos.
De lo que hablaron en el trayecto, no diré nada, sólo que
para mí fue un placer inmenso, porque aprendí mucho escuchándoles.
Al llegar al recinto ferial el señor Permanyer me pide mi
teléfono para llamarme y satisfacer mi curiosidad sobre la ventana de marras.
Se lo doy, pero con el pensamiento de que no creo que me llame y que voy a
seguir con mi curiosidad.
¡Hombre de poca fe!
Esta tarde me ha llamado en persona y me lo ha explicado.
Resulta que antiguamente muchas viviendas tenían pozo, y que
seguramente los dos edificios en cuestión lo compartían, siendo la ventana en
cuestión el punto de acceso, y tras posteriores reformas, se decidió
conservarla.
Curiosidad satisfecha.
Muchas gracias señor Permanyer.